Los gofres son uno de los dulces más conocidos que existen y se pueden tomar acompañados de multitud de ingredientes: nata, chocolate, caramelo, fruta…
La receta básica lleva harina, mantequilla, azúcar en polvo, huevos y agua o leche. A veces se puede aromatizar y se puede hacer más o menos fluida, siendo aún así bastante densa.
Ya los griegos hacían algo similar que podría considerarse el precedente histórico de los gofres. Se trataba de unos pasteles muy finos, llamados obelios, que cocían entre dos placas de metal.
Durante la Edad Media también cocinaban entre dos planchas un tipo de obleas que se enrollaban como si fuese un cono y se rellenaban.
En el siglo XIII un herrero diseñó unos moldes de hierro en forma de rejilla o cuadrícula, basándose en la estructura de las colmenas de abeja (que en francés se llamaban gaufres).
Estos nuevos gofres se popularizaron rápidamente, vendiéndose en las calles y los días festivos en las puertas de las iglesias.
Sin embargo, estos gofres todavía se diferenciaban bastante de los actuales, ya que eran salados y llegaron a ser sustitutivos del pan para las clases humildes, al utilizar harina de mala calidad, agua y sal.
En el siglo XVIII, las clases más adineraras idearon una nueva forma de preparación de los gofres, añadiendo miel, huevos y leche. De esta manera, una serie de nuevas recetas empezarán a surgir (incorporando azúcar, vainilla, canela…) y la variedad de gofres que conocemos hoy en día empezará a ver la luz.
La idea de servirlos con chocolate, nata y otros ingredientes dulces la puso de moda el belga Maurice Vermersch durante la Exposición Universal que se celebró en Bruselas en 1960. El éxito fue tal que cuatro años más tarde decidió trasladarse a la Feria Mundial de Nueva York en Flushing Meadows,Queens.
Allí, en un recinto ferial que simulaba el aspecto de un poblado medieval, da a probar a los americanos su creación.
En principio llamó a su postre “bruselas waffles” pero pronto reparó en que los americanos desconocían donde estaba Bruselas así que les dio un nombre más adecuado: gofres belgas.
Actualmente, las dos variedades más conocidas de gofres son la de Bruselas y la de Lieja.
El gofre de Lieja es más pequeño y redondeado en sus puntas, además de contar con 24 agujeros. El gofre de Bruselas es de mayor tamaño, de forma rectangular y cuenta sólo con 20 agujeros.
Otra de sus grandes diferencias está en su sabor. El gofre de Lieja está hecho con una masa más mullida y dulce, que cuenta con pepitas de azúcar repartidas por toda su superficie que le dotan de una textura crujiente. El gofre de Bruselas es más ligero, menos dulce, y suele servirse con azúcar espolvoreada por encima y, a veces, con crema chantillí.